Julia Pé es una dj asturiana con un talento musical enorme, musicalmente hiperactiva, que se mueve por el campo de la electrónica con criterio, buen gusto, eclecticismo y honestidad. Aunque lejos de la contundencia de sus sesiones, vibra una narración apasionante, fría y arrebatadora. Selecciona cada disco como bombas de relojería, para hacer estallar tanto las pistas de baile como nuestros propios pensamientos. Pero no nos demoremos y conozcámosla…
¿Cómo decidiste lanzarte en esta aventura musical y cuándo decidiste tomártela profesionalmente?
Profesionalmente, aún no lo he decidido… (risas). Nunca ha sido algo planificado. Todo se ha ido desarrollando de forma muy natural: Tenía un novio que pinchaba, y cuando le veía en casa los platos, me entraba el prurito de querer probar los discos. Un día me lancé y con el tiempo, empezaron a pedirme sesiones, gustaron y se fueron sumando. Todo se ha ido desarrollando de forma muy natural.
¿En qué géneros te has sentido más a gusto?
Al principio, cuando empecé a pinchar, los compases ¾ eran los que más me gustaban, pero también, eran los más complicados para mezclar. Tampoco es aconsejable empezar por ese tipo de estructuras, si no quieres frustrarte y no seguir…
¿Es preferible decantarse por otros estilos para empezar a pinchar?
Tampoco es eso. No hay nada que de más rabia que comprar y pinchar música que a uno no le guste. Yo juego con multitud de estilos musicales dentro de un set, desde techno y acid hasta ebm, industrial, electro, nu disco… Eso sí, si hay un denominador común en mis sesiones es que siempre tienden a la oscuridad y la melancolía.
¿Un set tiene más vida si alberga multitud de estilos musicales?
Si mezclas diferentes líneas sonoras, jugando con multitud de estilos musicales, siempre va a quedar más dinámico que si te atienes a un tono o sonido determinado. Eso está muy bien para una masterclass, pero a mí lo que me gusta son los viajes. Por ejemplo, me habla más del universo una persona que toca varios estilos y registros a la vez que el que solo se atiene a una.
¿Existe cierta relación entre tu selección musical y tu actitud vital?
Para nada. No tengo ningún impulso autodestructivo ni soy negativa (risas). De hecho, tengo un humor bastante socarrón e irónico.
¿Qué nos puedes contar de la escena local de Asturias?
Siempre me ha llamado la atención el contraste y las diferencias. Al ser de una ciudad provincia pequeña, en la que todo el mundo es aparentemente perfecto e idealizado, admiro a los punkys y góticos que habitan en ella, por su resistencia y tesón. Lo difícil es ser punk en una ciudad pequeña y no en una gran capital, como Londres. Gracias a dios, todo va cambiando y avanzando, y esas diferencias cada vez son menos notables.
Luego, musicalmente, Asturias, aún siendo una provincia pequeña, siempre ha contado con una amplia oferta de electrónica, hasta el punto de generarse un caldo de cultivo de garitos y artistas sualrededor. Aunque yo empecé a salir como clubber más tarde, cuando me trasladé a Barcelona, en 2003. Fue a partir de ahí cuando fui introduciéndome en este mundo…
Ahora, con Internet, esta forma de movernos ha cambiado mucho…
Sí, pero antes dependías más de encontrar a gente que te transmitiera determinados valores y te dejase escuchar esto o aquello. Creo que era mucho más social de lo que es ahora… Parezco una abuela (risas).
Llegar a dedicarte a la música también implica un desafío… Te ves obligado a trabajar sin parar, y a veces, aceptando trabajos que no son de agrado…
Pero eso puede ser peligroso también, porque puedes llegar a perder tu identidad por atender demasiado lo que viene de fuera. Es un arma de doble filo. Hay que tener muy claro quién es uno y por qué lo llaman, siendo impermeable a los halagos y a las críticas. Al final es uno mismo, desde la cabina, el que ve realmente si la gente disfruta o no. No hace falta que la gente te diga nada. Puedes pinchar en una sala pequeña, con cuatro personas, y conectar más con ellas que en una grande.
¿Cuándo te sientes más a gusto pinchando?
Cuando consigo conectar con quien tengo delante. Creo que la función indispensable del dj, al fin de todo, es que la gente se lo pase bien, bailen y se olviden de lo que se tengan que olvidar, o conecten con lo que se tengan que conectar.
Cuando preparas una sesión, ¿cuánto dejas a la improvisación y cuánto sigues a rajatabla un guión?
Al principio de salir a pinchar, cuando tenía menos recursos técnicos, me planificaba las maltas de una forma más estricta. Si no soy la primera en pinchar, me gusta siempre escuchar lo que está haciendo mi compañero de cabina, sobre todo la última hora, para saber qué es lo que está haciendo. Depende también de la sala, el público, la hora…
Eres una persona que pincha lo que quiere, y eso lo demuestras en cada set, donde parece que la pasión va por delante de la planificación.
Si tienes ganas de escuchar algo y lo propones, la gente lo recibe de una forma muy positiva. Y mira que no soy una persona expresiva, pero hay gente que me entiende. Confío que lo que suena exprese lo que yo no puedo expresar mediante gestos.
¿Qué fiesta recuerdas vivamente y te gustaría remarcar?
He recibido muy buena energía en una rave que se organizó en 2018 en Pola de Laviana, y todavía la gente me agradece aquella sesión. Fue un desarrollo de set muy natural, donde quería probar y escuchar temas, uno tras otro, y la gente captó mi dirección.
¿Tienes algún proyecto presente o futuro?
Me gustaría seguir manteniendo esta buena racha de salir a pinchar… Soy facilona, me pones unos platos y unos altavoces, y me lo paso genial (risas).